diciembre 07, 2006

JUGANDO A LAS ESCONDIDAS…


Cuentan una vez que se reunieron en la tierra todos los sentimientos y las cualidades de los hombres.

Cuando el aburrimiento ya había bostezado por tercera vez, la locura, como siempre tan loca, les propuso:

-¡Vamos a jugar a las escondidas!

La intriga levanto la ceja y, la curiosidad sin poder contenerse, preguntó:

-¿A las escondidas?, ¿Cómo se juega eso?

-Es un juego, -explicó la locura-, en el que yo me tapo la cara para no ver y comienzo a contar desde uno hasta un millón, mientras ustedes se esconden, y cuando haya terminado de contar, los buscaré y el primero que encuentre ocupará mi lugar para continuar con el juego.

Ante esa apasionante forma de explicar de la locura, el entusiasmo bailó secundado por la euforia. La alegría dio tantos saltos que termino por convencer a la duda e incluso a la apatía, a quien nunca le interesaba nada.

Pero no todos quisieron participar en el juego.

La verdad prefirió no esconderse, ¿Para qué?... Si al final siempre la encuentran.

La soberbia opinó que era un juego muy tonto. En el fondo lo que realmente le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella.

Y la cobardía prefirió no arriesgarse…el pesimismo exclamó:

-¡Ay!, ¡Qué complicado!, yo, mejor no juego, seguro estoy, que a mi me encuentran primero y pierdo.

“Uno, dos, tres…” –Comenzó a contar la locura.

La primera en esconderse fue la pereza que, como siempre, se dejo caer tras la primera piedra que encontró en el camino. La fe subió al cielo y la envidia se escondió tras la sombra del triunfo, quien con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto. La generosidad, por su parte casi no lograba esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos, antes que para ella: “¿Qué tal un lago cristalino?” Mmmm…, no, no, eso es ideal para la belleza. ¿Qué tal la rendija de un árbol? Mmmm…, tampoco, eso es perfecto para la timidez. Y, ¿En el vuelo de una mariposa? No, es lo mejor para la voluptuosidad. ¡Ya sé!, me esconderé en una ráfaga del viento…mmm…, no, eso es magnífico para la libertad…Así, la generosidad terminó por ocultarse en un rayito de sol.

El egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo…pero sólo para él. La mentira se escondió en el fondo de los océanos, -mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris-. La pasión y el deseo en el centro de los volcanes. El olvido… se me olvido donde.

Cuando la locura contaba 999 999, el amor aún no encontraba sitio para esconderse pues todo se encontraba ocupado…hasta que divisó un rosal y estremecido como estaba decidió esconderse entre sus flores.

“¡Un millón!” contó la locura y comenzó a buscar.

La primera que apareció fue la pereza, estaba a tan sólo tres pasos, junto a uno piedra.

Después encontró a la fe… la escucho dialogando con Dios acerca de mover montañas. A la pasión y el deseo los sintió vibrar desde el fondo de los volcanes. En un descuido encontró a la envidia y, claro, pudo deducir donde estaba el triunfo. Al egoísmo no tuvo ni que buscarlo…él solito salió disparado de su escondite que había sido un nido de avispas.

De tanto caminar, la locura sintió sed y dirigiéndose al lago, descubrió a la belleza y con la duda, resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún de que lado ocultarse.

Así fue encontrando a todos: al talento entre la hierba fresca, a la angustia en una oscura cueva, a la mentira detrás del arco iris y hasta el olvido…que ya se había olvidado que estaba jugando a las escondidas.

Sólo el amor no aparecía por ningún lado. La locura buscó detrás de cada árbol, debajo de cada piedra, en la cima de las montañas y cuando estaba por darse por vencida, divisó un rosal…y comenzó a mover las ramas…de pronto, un doloroso grito se escuchó…¡Las espinas habían herido los ojos del amor!...

La locura no sabía que hacer para disculparse: lloró, rogó, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo por toda la eternidad.

Desde entonces:

…desde que por primera vez se jugó a las escondidas en la tierra

…el amor es ciego y la locura siempre lo acompaña.



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"Se Deja De Querer"
Se deja de querer, y no se sabe por qué se deja de querer.
Es como abrir la mano y encontrarla vacía,y no saber, de pronto, qué cosa se nos fue.
Se deja de querer, y es como un ríocuya corriente fresca ya no calma la sed;como andar en otoño sobre las hojas secasy pisar la hoja verde que no debió caer.
Se deja de querer, y es como el ciegoque aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren;o como quien despierta recordando un camino,pero ya sólo sabe que regresó por él.
Se deja de querer como quien dejade andar por una calle, sin razón, sin saber;y es hallar un diamante brillando en el rocío,y que, al recogerlo, se evapore también.
Se deja de querer, y es como un viajedestinado a la sombra, sin seguir ni volver;y es cortar una rosa para adornar la mesa,y que el viento deshoje la flor en el mantel.
Se deja de querer, y es como un niñoque ve cómo naufragan sus barcos de papel;o escribir en la arena la fecha de mañanay que el mar se la lleve con el nombre de ayer.
Se deja de querer, y es como un libroque, aún abierto hoja a hoja, quedó a medio leer;
y es como la sortija que se quitó del dedo,y sólo así supimos que se marcó en la piel.
Se deja de querer y no se sabepor qué se deja de querer...


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